25 de agosto de 2011

Un poco de decencia democrática, por favor

Es de sobra conocida por toda la ciudadanía española, la cuestión de que el gobierno es débil y nos sumimos desde hace unos años en una profunda crisis que no sabemos dónde desembocará. Crisis que se ha incubado a la sombra de los ciudadanos en décadas anteriores -aunque tanto unos como otros no lo quieran reconocer-.
Lo importante de la situación actual es la pérdida de soberanía a la que se ha sometido a nuestro Estado, por supuesto, con la ignorancia de su pueblo, puesto que se le ha ocultado en los momentos cruciales los detalles más trascendentales. 
Su ignorancia porque en ningún momento ha sido consultada la ciudadanía para tomar decisiones de gran trascendencia, no ha sido informada de los pros y los contras de tomar tal o cual camino. Sin embargo, hoy sólo vemos a un gobierno agonizante que no se permite la valentía de, al menos, decir claramente lo que ocurre; ya que tiene tan claro su fecha de caducidad podría hacer uso de su responsabilidad para con el pueblo poniendo las cartas sobre la mesa: España es sólo una "comunidad" de la UE (y no de las más poderosas precisamente); ya no somos un Estado, tal y como se definía en épocas pasadas.
Da igual el partido al que votemos, la política llevada a cabo será similar (privatizaciones, recortes sociales,...) porque en realidad es dictada por otras instituciones que nada tienen que ver con la democracia en la que hasta hace poco creíamos vivir. Nada tienen que ver con las necesidades de las 45 millones de personas que habitamos este país. Si el gobierno dice pito, la oposición dirá pato, pero se hará lo que diga la UE, como se demuestra cuando hacemos un poco de memoria y tiramos de hemeroteca.
Al comenzar, afirmaba que algo marcha mal en nuestro país. Sí, desgraciadamente, considero que algo marcha muy mal. Marcha mal porque la oposición se une al gobierno en temas económicos que harán daño a la ciudadanía, mientras siguen discutiendo sobre terrorismo, educación, empleo y sanidad, cuestiones básicas para el funcionamiento de nuestra sociedad y de las que dependemos y dependerán las generaciones futuras. 
Pero, ¿qué nos ha hecho llegar hasta aquí? ¿cómo es posible que nos hagan todo esto y nosotros nos dejemos? Desde mi punto de vista, las razones son varias. Sin poder profundizar en todas ellas, la clave está en el progreso: hacia qué tipo de progreso queremos dirigirnos. Si la economía no incluye en sí misma las cuestiones básicas del desarrollo humano (educación, sanidad, empleo, medio ambiente y seguridad), ¿cómo será el mundo que hereden las futuras generaciones?
Sin embargo, aún hay esperanza. Esperanza porque el 15 de mayo de 2011 comenzó una era de concienciación de la ciudadanía española que ha calado hasta muchos rincones del mundo. Los españoles queremos unirnos y decir basta; basta de gobiernos arrodillados ante los mercados, las multinacionales y el poder financiero mundial; basta de convertir el mundo -nuestro mundo- en un gran zoco de comerciantes que trafican con el futuro de las personas y subastan los derechos de millones de vidas, poniendo en riesgo la libertad, la justicia y la solidaridad entre los pueblos.
Queremos un mundo más humano, donde seamos capaces de convivir en paz y en armonía con nuestro medio. No es tan difícil, sólo es cuestión de voluntad. Existen alternativas -políticas y económicas-, busquemos la solución a nuestros problemas; de lo contrario, empeorarán.
La ciudadanía española hace un llamamiento de decencia democrática a sus gobernantes, quiere que se le escuche y para ello se voten en referéndum decisiones de gran trascendencia. En sus manos está demostrar el grado y la madurez de nuestra querida democracia.

Aún queda un sitio.. ¡Ya nos vemos, Boni, ;)!