"Soy lo suficientemente artista como para dibujar libremente sobre mi imaginación. La imaginación es más importante que el conocimiento. El conocimiento es limitado. La imaginación circunda el mundo."
Estas palabras, producto de un genio creador, Albert Einstein, nos muestra quizá el fallo cometido a diario por los educadores, fruto de una sobreestimación del conocimieto y la paulatina infravaloración de la creatividad, sólo asociada al arte.
En general, hemos creído que ser humano avanzaría cuando poseyera mucho conocimiento. Al principio, éste fue exclusividad de los más poderosos y se ha ido extendiendo a gran parte de la población, al menos en algunos países. Creimos que la razón garantizaba un comportamiento digno del ser humano, pero necesitábamos algo más.
Hoy, vivimos en la Sociedad del Conocimiento. Admitimos que el conocimiento otorga poder, pero hemos olvidado que el ser humano es quien produce, elabora, gestiona y utiliza tal materia prima.
En consecuencia, ¿cómo se produce el conocimiento? ¿qué tipo de personas son capaces de generarlo o elaborarlo? ¿Acaso hemos olvidado que aunque aprendamos de memoria todo el conocimiento producido por otros, no sirve para nada si ignoramos que hemos de aprender la forma de gestionarlo para su uso?
Es cierto que el saber es importante, pero no es menos cierto que las generaciones del futuro se enfrentarán a problemas inimaginables en la actualidad. Por lo tanto, lo mejor que podemos enseñar a nuestros niños y adolescentes es a crear.
Sí, a crear -conocimiento, estrategias, formas de uso, diferentes modos de usar,...- Son tantas las aplicaciones de la creatividad que ésta nos muestra los inmensos caminos en los que podría discurrir la humanidad.
Desarrollemos pues nuestra creatividad y ayudemos a los jóvenes a que no la pierdan nunca, como nos ha ocurrido a muchos por el camino, gracias a una educación equivocada.
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