1 de noviembre de 2010

La ciudad desinformada

En la actual sociedad de la información y del conocimiento, las personas han dejado de ser informadas para crear una especie de individuos que se atiborran de datos, sin previamente reflexionar sobre su validez o simplemente comprobar la legitimidad del emisor de tal noticia, suceso, hecho,...
Determinados medios de comunicación ostentan tal estatus social dentro del grupo que les sigue, que las personas individuales corren el riesgo de perder un derecho que ningún estado ni ley nos puede arrebatar: pensar por nosotros mismos.
No toda la supuesta información de los medios es verdadera. De hecho, ¿quién ostenta la verdad absoluta? ¿Acaso alguien puede tener la certeza de que lo que cree que es cierto reproduce de forma fidedigna la realidad que, en principio, representa?
Desde mi humilde opinión, no existe la realidad tal como está en nuestro cerebro. Los hechos son constructos de nuestra mente, que se mezclan con nuestros valores, las influencias de nuestro contexto sociopolítico y nuestro propio bagaje cultural, social y personal.
Nada es lo que parece -aunque puede ser,..; debemos ser críticos y comprobarlo- y todo depende del cristal con que se mire -¿o acaso sólo hay una forma de mirar una flor?-. Estos dos sencillos principios de la cultura popular podrían ser el origen del desarrollo humano que, con su desmesurada e insaciable sed de conocer ha logrado llegar a ser el componente más desarrollado del mundo animal, al menos, del que conocemos.
Seamos lo que queremos ser, teniendo en cuenta que nos construimos día a día. No dejemos que otros piensen por nosotros, seamos críticos y no dejemos nunca de soñar.

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