7 de marzo de 2007

Violencia en las Aulas


La violencia escolar, también conocida como bullying o maltrato escolar, es el acoso psicológico, moral y/o físico entre iguales donde un chico o chicos más fuertes, más grandes y con más poder que otro, cometen abusos sobre éste. Las características de este fenómeno son: conducta agresiva intencional, habitual, persistente y sistemática, desequilibrio de fuerzas entre los-as participantes y desconocimiento de la situación, por parte de los adultos. Los tipos de maltrato son: verbales (insultos, humillaciones o amenazas), físicos (golpes, zancadillas, patadas, o hurtos, o estropeo de objetos de la víctima), sociales (exclusión, difusión de rumores y calumnias sobre la víctima) y/o psicológicos (acecho, gestos, desprecio o agresividad contra la víctima).
Como consecuencias de este fenómeno se pueden destacar:
1. En general, se produce un daño psicológico y emocional y se ve afectado el desarrollo socio-emocional y de la personalidad de todos los agentes implicados.
2. En la víctima, se pueden distinguir entre consecuencias inmediatas y a largo plazo. Las inmediatas son: sentimientos negativos (miedo, tristeza, culpabilidad,…), baja autoestima, encerramiento en sí mismo, bajo rendimiento escolar, hostilidad, síntomas psicosomáticos, amarga la vida a los demás. A largo plazo, pueden ser: rechazo o fobia escolar, fracaso escolar, problemas de salud mental, revictimización, desconfianza hacia los demás, suicidio.
3. En el agresor, se puede destacar, que aprende a maltratar, encuentra un reforzamiento por parte del grupo, tiene dificultades para mantener relaciones interpersonales igualitarias y satisfactorias, transfiere ese modelo de dominio a otras situaciones sociales, tiene problemas de rendimiento escolar y suele provocar situaciones de indisciplina en el aula.
4. En los espectadores se produce: temor a ser victimizados, aprenden la “valoración social” de estas conductas, desensibilización a la violencia y sufrimiento de los demás, consideración de la violencia como algo inevitable, aprenden a ser pasotas, a no ser solidarios y pueden aparecer sentimientos de culpa.
Las causas pueden ser variables personales, familiares, escolares y ambientales, sociales o culturales.
Lo que impide que desaparezcan estas situaciones es la perspectiva desde la que ven el conflicto los distintos implicados:
Agresor y cómplices: gana atención, respeto, temor,…; compensa sus frustraciones, inseguridades; se siente importante; así ha aprendido a resolver sus conflictos; minimiza la importancia de sus actos; culpa a la víctima, se autoexculpará; apelará a sus derechos; se hará la víctima; reaccionará con más violencia.
Espectadores: no saben cómo ni a quién pedir ayuda, reina la ley del silencio, tienen un falso sentido de justicia (“algo habrá hecho”), carecen de recursos, sienten miedo a convertirse en víctima.
Víctima: su aislamiento, falta de eficacia en sus estrategias y merma de la autoestima.
La violencia en las aulas sólo es el reflejo de nuestra propia sociedad, es decir, la reproducción de la familia, el contexto social y cultural, el pensamiento que transmitimos,.... Las repercusiones son mucho más que alarmantes, ya que están influyendo en valores como el de justicia, solidaridad, violencia,…. Los sentimientos de reivindicación van desapareciendo, porque el miedo es parte de sus vidas: no quieren involucrarse para que no les pase a ellos, etc.
La educación que están recibiendo nuestros hijos ataca las bases mismas de la DEMOCRACIA. Todos los implicados (familia, escuela, instituciones y medios de comunicación) estamos influyendo en este proceso. La única forma de modificar la situación es con la PARTICIPACIÓN DE TODOS LOS CIUDADANOS.

Aún queda un sitio.. ¡Ya nos vemos, Boni, ;)!